martes, 17 de junio de 2008

Hamlet García (Teatro)

Crítica de teatro:
Hamlet García.
Lo real y lo onírico
Wílliam Venegas
wvenegas@nacion.com

Los textos del español Miguel Morillo, al leerlos, vemos que la ironía es destemplada, lo absurdo es sulfuroso, el humor nunca viene de una situación chistosa y la crítica deviene al despiste. Son textos válidos para la lectura escudriñadora e, igual, para sentirlos desde un escenario.

Esto último lo hace el grupo teatral Arketipo con la obra Hamlet García , donde Morillo expresa angustias, soledades, frustraciones, alegrías pasajeras, ejercicios oníricos y más. Lo que vimos nos ha dejado sumamente satisfechos, con una dirección muy creativa de parte de Andrés Montero. Hay un gran trabajo del movimiento, mientras los textos saltan con aquel actor o aquella actriz e, incluso, de forma coral.

Vestuario, escenografía, luces y música original tienen cuerpo por sí solos e, igual, están en función de los signos teatrales que saltan como rayos o se adormecen como sangrías. Con las actuaciones, predomina el carácter de conjunto en movimiento y con sentido del ritmo.

Jahel Palmero es fuerza y tensión. Es actriz muy buena, no hay duda. Rodrigo Alvarado y Carlos del mismo apellido enuncian sus textos con sumo cuidado sin evidenciarlo, mérito, y se apoderan de cada rincón escénico. El día que asistimos, Moy Arburola pasó pronto el intento de hablar más fuerte de lo conveniente: ¿miedo de que no la oyéramos por el ruido de la lluvia?

El resultado es una puesta en escena que apuesta a ser original, iconoclasta, colectiva e individual, coral y unipersonal, que quiere ser buen teatro, y lo logra.

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